El fin de semana los Valles Calchaquíes se convirtieron en el epicentro del trail argentino con la realización de la quinta edición de Extremo Tucumán Tafí, una carrera que año tras año gana prestigio y que en esta oportunidad convocó a casi 700 corredores llegados desde distintos puntos del país e incluso del extranjero.
La competencia ofreció diferentes distancias -75k, 45k, 21k, 10k y 6k-, además de opciones de trekking y una prueba infantil que llenó de colorido la jornada, confirmando que la propuesta ya es un clásico del calendario deportivo regional. La aventura arrancó cuando aún no amanecía, a las 5 de la mañana, con la largada de los 75 kilómetros desde el Campus de la UNSTA en Yerba Buena. Los atletas emprendieron rumbo hacia Tafí del Valle bajo un cielo estrellado y un clima de expectación único.
Horas más tarde fue el turno de los 45 kilómetros, que partieron desde El Siambón tras compartir un café en el Camping Río Grande, un ritual que mezcla camaradería con energía previa al esfuerzo. La fiesta deportiva se intensificó con las largadas más concurridas en el Club de Veraneantes, donde a las 10 en punto los corredores de 6, 10 y 21 kilómetros, junto con los más pequeños, iniciaron su recorrido rumbo a las cumbres de El Pelao y el Cerro de la Cruz, alentados por animadores que convirtieron la salida en un verdadero espectáculo. La llegada a Tafí del Valle fue una mezcla de sensaciones que se multiplicaban con cada corredor que cruzaba la meta.
Lágrimas, abrazos, festejos y un sinfín de historias personales dieron forma a una postal difícil de olvidar. Uno de los momentos más emotivos lo protagonizó Alan Rodríguez, un joven con síndrome de Down que completó los 21 kilómetros junto a su padre, César “El Vikingo” Rodríguez. Ambos fueron recibidos entre aplausos y la emoción se multiplicó cuando los chicos de la asociación Down is Up entregaron las medallas a los corredores, un gesto que reforzó el espíritu inclusivo del evento.
La emoción que dejó la llegada de Alan Rodríguez se multiplicó en la voz de quienes acompañaron a la delegación de Down is Up, una asociación que tuvo un rol fundamental en esta edición de Extremo Tucumán Tafí. Romina Medina, psicóloga de la institución, contó cómo vivieron los chicos la experiencia de estar presentes en una de las carreras más convocantes de la región. “Viajó un grupo de niños, adolescentes y jóvenes con su equipo de profes y estuvieron a cargo de la entrega de medallas y de recibir a los corredores en la meta. La verdad es que fue increíble, porque significó para ellos ser parte de un evento desde un lugar distinto, donde la emoción de los runners se mezclaba con la de ellos en cada abrazo y en cada medalla entregada”, relató.
Consultada sobre por qué no participaron en la carrera como lo hicieron en otras oportunidades, Medina explicó que se trató de una decisión técnica. “El terreno es distinto a lo que ellos estaban acostumbrados y no llegamos con la preparación necesaria. Se consideró que era más seguro y profesional que participaran desde otro lugar. Y así fue: pudieron vivir la emoción de cada llegada como propia, compartiendo con los corredores ese momento de superación que era común a ambos”, detalló.
La psicóloga resaltó además el impacto que generó la integración con los atletas. “Se sintieron en casa con la organización, fueron parte de la logística y vivieron la experiencia con muchísima alegría. Nosotros creemos que la mejor forma de llegar a una convivencia plena en la diversidad es visibilizando a las personas con síndrome de Down en este tipo de eventos. Ellos demostraron que pueden compartir emociones, esfuerzos y logros como cualquiera. La empatía fue enorme y ya quedaron con ganas de empezar la preparación para la edición de 2026, así que tal vez el próximo año tengamos sorpresas con participación activa en la carrera”, adelantó.
Uno de los momentos más llamativos ocurrió cuando Jonás, uno de los jóvenes de la delegación, tomó el micrófono y se sumó a la animación de la jornada. “Fue espontáneo, se copó con la energía del evento y terminó siendo parte de la animación junto a “Pato”, uno de los locutores oficiales de la competencia. Eso refleja lo que buscamos: que ellos se sientan protagonistas, que tengan un rol real dentro de estas experiencias”, sostuvo Medina.
La iniciativa de integrar a la delegación en el recibimiento de los corredores surgió directamente de la organización de Extremo Tucumán, encabezada por Carolina Pereyra Posse. “Ella insistió en que los chicos estuvieran presentes, incluso cuando sabíamos que no podían correr. Les pareció importante que sean ellos quienes reciban a los corredores y entreguen las medallas. Y no se equivocaron: fue un acierto absoluto”, remarcó.
La asociación Down is Up, que funciona en San Miguel de Tucumán y puede encontrarse también en redes sociales, ya planifica otras actividades de cara a octubre, mes de concientización sobre el síndrome de Down. “Vamos a estar en instituciones educativas, en espacios públicos y en diferentes actividades sociales para seguir trabajando en visibilización. Hace poco tuvimos una clase de zumba inclusiva en el Parque Avellaneda y fue un éxito, porque se sumó gente que estaba allí sin planearlo y compartieron todos juntos. Eso queremos: que se vea que pueden ser parte activa de la sociedad”, explicó Medina.
Finalmente, la profesional reflexionó sobre el camino de la inclusión en el deporte y en la vida diaria. “Estamos transitando un cambio importante. Lo que necesitamos es dejar de ver el síndrome y empezar a ver a la persona. Cuando eso ocurra a nivel social, ya no habrá asombro al compartir actividades, porque la diversidad será entendida como algo natural. Cada uno con sus gustos, intereses y capacidades, como cualquier persona. Y en eventos como este se nota que vamos por ese camino”, concluyó.